No quería aprender a ser mayor,
me negaba a dormir sin mi chupete,
por Navidad , cargado de juguetes
llegaba desde Oriente el rey Melchor.
Mi patria era un baúl en el desván,
un loro que decía palabrotas,
las aventuras del gato con botas,
una peonza, un globo un antifaz.
No había llegado la televisión,
los chavales jugábamos al toro,
el mar estaba lleno de tesoros
en la panza de un viejo galeón.
La vida era una puerta sin abrir,
los adultos hablaban en voz baja,
la posguerra oxidaba las navajas
y helaba en las botellas, el anís.
A lomos de un Babieca de cartón
llegué más lejos que cualquier jinete
y di la vuelta al mundo en patinete
sin ausentarme de mi habitación.
Era un lujo pecar . El porvenir
raptaba niños como el tío del saco.
Por cada Ave Maria cinco tacos:
por cada luna nueva un casco
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