La amanuense mano de una boca que provoca
convoca con maledicencia maliciosa
a las arpías carroñeras y ominosas
que rastreras pululan por donde a otros les toca.
En este sombrío patio de vecinos
los unos ríen contentos mientras los otros lloran.
Los hay que sufren en silencio
y los hay que gritan a todas las horas.
Mientras algunos de ellos se lavan las manos,
los otros preparan moción de censura.
Y cuando el asunto deviene candente
alguien lo hace estallar repentinamente.
Mas nadie ose asustarse al contemplarlo
ya que nunca llegará la sangre al río
mientras alguien, sin temor, pueda evitarlo
cuando zozobrando el barco está en un desvarío.
Vayan ya pensando en retirarse ustedes
sin esperar a que su excelencia el gobernador lo diga.
Yo voy a ir haciendo mutis por el foro,
pues a mí para discutir nadie me pilla
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