El riesgo que corren al encontrar un cariño
De esa muerte que no necesita un tiro en la espalda para morir
mis noches que parecen las tuyas ,con la diferencia de la posición lunar en la mirada
más que alumbrar los destellos de mi ventana
seducen a la oscuridad y flagelan los rasgones de su vestido, para escenografíar
un imagen de foto antigua
el escritorio que de madera vestido, guarda los olores que agravian las sensaciones y las suertes , aquellas
imágenes daltónicas de amores corregidos, afrontan una muerte previa y desmembrada
como un legrado de sueños al borde de nacer del cuerpo.
Sus tatuajes naturales que reproducen un golpe acompañado de un bramido de dolor, eran las huellas del camino que el farsante debía seguir para contar sus historias, la señal se acrecentaba de acuerdo con las ciudades observadas en silencio por el muelle abierto de sus ojos. Y emborrachadas de pesadumbre
con copas gruesas y sin hielo, debía haberse visto hace años
atrás, cuando salía noche a noche a buscar sus paraísos de cúmulos y estratos, donde el llorar
era la salida de los cobardes que no disfrutan el desaire de a risas falsas las cuales sometidas hoy por recuerdos, eran tan difíciles de sacar, que solo aparentaba una mueca en torno a su semblante, diluidas por tanta arruga en aquel arquetipo.
Que le diría su anterior a la mujer de hoy. Tal vez solo se mirarían sin tomarse en cuenta una a la otra, porque la una pensaría que la otra, era vieja, sin sueños y que vestía de negro para neutralizar sus arrestadas crónicas. Y en la acera de en frente la otra, guardaría un profundo silencio a la una, un mutismo sin resarcimientos porque nada de lo que diría le haría cambiar el presente de la otra, para huir del futuro de ella, el de la una, ese expectante camino que es de la otra, aunque la una, que es la otra, vive en el presente de las dos.
0 comentarios:
Publicar un comentario