Querida generala
mal y tarde, o mas pronto que nunca que es lo mas futuro de aquel presente...
¿Dónde encontrar una excusa para tan terca mudez?
Sucede que, cada vez con mayor saña,
las musas se vengan de quien abusa del ripio y el do, re, mi.
Qué puedo contarte a ti, que no sepas de memoria,
si andas cambiando la historia con tinta verde y el fusil.
Bastaría con que en las actas ozcuresidas del dolor,
conste que mi corazón es una ciencia inexacta,
que a regañadientes pacta, con la razón militante.
Ojalá, mi generala, al cabo de este pregón merezca tu absolución, este afónico cantante.
Pero, elige con cuidado a quién diriges tus palabras, porque hay leyendas que infartan al ánimo más templado.
¿Cómo puede merecer corresponsal tan bragado
quien desde el mejor hotel de Cancún o de la Ronda oye hablar de la guerrilla
como quien oye llover?
Y, sin embargo excluido de partidos y banderas, de falsas causas pasadas y los que nos inventamos las nuevas
me conmueve tu manera de no darte por vencida,
de disputarle al olvido la hoguera del porvenir,
de desempolvar la crin del barco del Pirata, de matar a los que matan, de enseñarnos a vivir".
Me encargaste una razon y por décimas te salgo,
hace 2 meses que cabalgo sobre la contradicción de restaurar la emoción,
en tiempos tan iscariotes, con la mano en el escote del verso a la antigua usanza.
Así hablaba las Palabras cuando uno tiene que contarlas.
Por lo demás, cuídate, cuando vengan por las malas, que no te rocen las balas, que no te falte papel,
ni frijoles, ni dulces, ni espada, ni flores, que la virgen lacandona te esconda bajo su lona.
Te lo pide un Caballero que se despierta como tu complice y soñando con tu persona".
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