Vencido sin honor en más combates
que Aureliano, el menor de los Buendía,
harto de biselarle escaparates
a los charlones de la hipocresía,
Hastiado del servil dime y direte
de los que matan por calmar el flato,
tiré, por el desagüe del retrete,
los títulos, la pompa y el boato
Y, tarde, á la recherche du temps perdido,
partí, otra vez en dirección contraria
de los que están de vuelta y nunca han ido.
No me váis a creer, pero el tesoro
enterrado en la isla barataria
era silencio con pepitas de otro
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