La ciudad donde habitas
es un enjambre vivo de memoria,
el corazón de un niño y sus agujas dulces,
la revolución del trueno
sobre los pechos blancos de las madres,
el silbo herido de tu voz
cayendo, todavía,
con la tierra a su espalda.
Gritas silencio,
para las voces muertas de los muros
para los grises fuegos donde mueren más rojas las palabras
para la soledad del puño, para los indios muertos
para el sudor vendido de los escaparates
para la lucha enferma que no cesa
de arrastrar sus mendigos.
Gritas un corazón para la noche
donde la sangre alargue las cosechas heridas
de los muertos que amamos,
un corazón nombrando por tu boca
los apellidos tristes del silencio.
De mi lengua despiertan las aves de la noche
y el idioma del hambre,
estoy pensando en ti tierra mía, como se piensa en la avaricia,
penetrada de aliento.
Tú cruzas la respiración y los escombros
y juegas a mi nombre, juegas a los frutos
yo, viajo hacia la piedra.
Sucedo en el desorden
mientras las piernas gritan el lenguaje del vértigo
y la palabra cae,
extensa
como tu cuerpo tierra mía en la memoria,
el yugular gemido,
la sangre con sus perros.
Viajo hacia la piedra, sí,
donde la voz gotea las manzanas obscenas
y bebo un corazón, bebo tu cascada antigua inmemorial
y escupo pájaros:
putas golondrinas que regresan siempre…
sonrío, la locura me presta sus juguetes, agua, fuego, piedra
nadie bebe conmigo mientras mi risa
cae
a esta hora sin lengua,
la miro,
es hermosa la niña que se intuye en el humo, de la inti, de la ñucanchi peña
aumenta el aire en su color sonámbulo,
rige sobre las cosas y las ama,
yo también las amo, yo también las beso
es más fácil amarlas si van a abandonarte, entre el cementerio de concretro
aspiro su contorsión de nube
su filigrana impúdica:
respiración-precipicio
un gigante inquieto de brazos aromáticos
el tabaco viviendo para mí,
como los animales dóciles, el licor somnífero para mi
como las cascadas
como el fusil, como la piedra
o el arsénico, como la marihuana
no estoy enfermo,
sólo acostumbro a dar algunas flores
a la tumba verde
que me crece, cuando te veo muerta tierra mía por dentro
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